Era viernes de carnaval, las trece y trece de la tarde, cuando asomaste la cabeza al mundo, con esos ojos inquietos, hace hoy doce años.

Doce años en los que no has dejado de enseñarnos a todos el verdadero valor de la vida, la alegría más profunda, la verdadera felicidad. En estos años hemos tenido subidas y bajadas, momentos muy malos y otros extraordinariamente felices, y no solo por el autismo que te acompaña, es que hijo mío, la vida es así, y ahora que vas creciendo eres cada vez más consciente de ello, como lo eres de que la balanza la equilibramos nosotros y que querer es poder.

En este último año has dado pasos de gigante en la interacción con tus iguales, traducido, has intentado hacer amigos, jugar con ellos, entender su juego y su manera de decir las cosas. Hoy te veo jugar en el parque al fútbol, aunque sea montado en la bicicleta, un fútbol a tu manera, pero que tus amigos entienden y comparten contigo.

Has descubierto la robótica, y lo feliz que te sientes cuando consigues superar un reto nuevo, y cuando inventas y modificas, y sonríes cuando ves la cara de alucinados de tus padres, que no pueden creer lo que has construido.

Has madurado tanto… ya eres un chico mayor, responsable que sabe darme un beso cuando estoy triste o decirle al abuelo Jacinto: “te quiero pa siempre, pero pa siempre siempre”. Eres un gran negociador, sobre todo con papá a la hora de ir al supermercado o conmigo a la hora de ir a dormir, “chinco” ese es el número mágico, que luego dejamos en tres minutos y a la cama.

Has aprendido a montar en bici, a meter la cabeza en el agua, a esperar, a relajarte cuando la intensidad de lo que sientes te supera, aunque aún no sea experto en ninguna de estas materias, sé que lo intentas con todas tus fuerzas.

Gracias cariño por estos doce años, vamos a seguir viviendo juntos la aventura de la vida, no se puede estar más orgulloso de alguien, de como lo estamos papá y mamá de ti. Feliz cumpleaños “Chinflis”, te queremos “pa siempre, pero pa siempre siempre”.